lunes, 30 de junio de 2008

EL LADO HUMANO


Me veo en la obligación de hacer no una, sino dos, reseñas positivas. ¿Sobre qué? Nada más y nada menos que sobre dos compañías aéreas: Air Europa e Iberia.

 

Los que me conocen y me han leído saben de buena tinta el profundo rechazo que me producen los aviones en general, los aeropuertos y las compañías aéreas, pero en el último mes me he tenido que tragar mis prejuicios en dos ocasiones.

 

La primera fue hace casi un mes. Compramos un viaje a París con una oferta que regalaba el vuelo con la compañía Air Europa. Cinco noches en París nos costaron 250 euros por cabeza, vuelo incluído, en régimen de alojamiento y desayuno. Una ganga.

 

Bien, en mi despiste, al mirar la hora de salida del vuelo miré, en su lugar, la hora de llegada. De modo que, si el vuelo salía a las 12:40, yo vivía convencida de que la hora de salida eran las 14:40.

 

A la hora a la que el resto del pasaje estaba embarcando tranquilamente en nuestro vuelo, nosotros estábamos saliendo tranquilamente de casa.

 

Llegamos al mostrador para hacer el check in y el tipo, con gesto de alarma, nos dice “¡Pero este vuelo ya está cerrado! Vamos, de hecho, ¡ya ha salido!”

 

“¡No puede ser!” Le digo yo entre la histeria y la sorna. “¡El vuelo sale a las tres menos veinte!”

 

“No, señora, este vuelo sale, ha salido, a la una menos veinte; pero deje que mire si están ustedes en el vuelo de las seis y diez. A lo mejor ha sido un error de agencia”

 

H me miraba con los ojos como platos, incrédulo, sin poder articular palabra. Yo, para entonces ya sabía que no había habido ningún error de agencia. Miré de nuevo los papeles y allí estaba: hora de salida: 12:40. Se lo enseñé a H, que no daba crédito y le preguntamos al tipo qué podíamos hacer ahora...

 

Nos mandó al mostrador de RRPP de Air Europa, don de otro tipo nos informó de que este tipo de vuelos (no ya baratos, sino regalados) no admite ningún tipo de cambio o devolución y que lo único que podía hacer era ponernos en lista de espera para el siguiente vuelo, a las 18:10.

 

“¿Va muy lleno?” Pregunté

“Va llenito, pero el de las 20:00 tiene plazas de sobra. Si no es en uno, es en el otro:”

 

Sentí que volvía a la vida. Los señores de Air Europa no iban a dejar que nos volviéramos a casa con las maletas en la mano y la expresión más estúpida nunca vista en la cara.

 

Nos iban a regalar un viaje a París. No íbamos a tener que comprar otro vuelo, ni siquiera pagar un suplemento.

 

Le pedimos que nos pusiera en la lista de espera y nos dijo que volviéramos al mostrador de facturación para completar el trámite.

 

Cuando llegamos al mostrador de facturación, el mismo tipo de antes nos atendió:

 

“Su compañero dice que nos puede poner en la lista de espera para el vuelo de las 18:10” Le dijimos.

 

“Bueno, vamos a saltarnos la lista de espera, les asigno ya unos asientos y listo”

 

Casi se me saltaban las lágrimas. Nos íbamos a París a las 18:10 por cortesía de Air Europa, y encima nos pusieron en salida de emergencia, con un montón de espacio a nuestra disposición.

 

No puedo por menos que estarles etérnamente agradecida.

 

La otra anécdota, ésta sobre Iberia, sucedió ayer mismo. Mi padre, en una absoluta falta de fe en la selección nacional, había comprado un vuelo Santiago de Compostela - Madrid a la hora exácta de la final de la Eurocopa.

 

Como a Media Markt no se le ocurrió que España podía pasar de cuartos, mi padre no pensó, ni de lejos, que llegarían, y con opciones, a la final.

 

Recibí un mensaje suyo suplicando que encontrásemos a alguien que pudiera grabarle el partido.

 

El caso es que cambiar el billete resultaba imposible.

 

El vuelo tenía la salida prevista a las 20:40 y la llegada sobre las 21:40.

 

Sin embargo, hicieron un embarque rápido y el comandante les informó:

 

“Vamos a salir antes de la hora prevista y voy a llevarles a Madrid en 40 minutos para que puedan ver la segunda mitad del partido. Tenemos permiso de Barajas para aterrizar”

 

Efectivamente, salieron a las 20:30 de Santiago y a las 21:10 estaban aterrizando en Barajas. Para colmo, el propio comandante les iba informando de todo lo que sucedía en el campo.

 

Supongo que es de agradecer que un piloto o una compañía aéra se tomen las molestias necesarias para conseguir que un puñado de gente vea en casa la segunda mitad del acontecimiento del año. España, campeón de la Eurocopa 2008. Pudimos.

1 comentario:

kubelick dijo...

De vez en cuando ocurren milagros... Lamentablemente, la mayor parte del tiempo, la vida es una sucesión de mediocres lunes.