martes, 10 de junio de 2008

EL SHERIFF DEL TREN (I)


He tratado de evitarlo durante bastante tiempo, pero al final ha resultado ser ineludible: vuelvo a caer en el tema de Renfe.

Vuelvo a caer porque ayer protagonicé un momento absolutamente antológico.

Renfe sigue funcionando mal, cada día peor, de hecho. No hay mañana que los trenes pasen a la hora correcta por la vía correcta.

Cambiaron los trenes hacia las Rozas de la vía 7 a la vía 4, y lo hicieron para nada, porque creo que yo todavía no he cogido un tren en esta vía, y cuando lo he hecho he acabado dirección Aranjuez o Guadalajara (¡!).

Ya no puedes leer tranquilamente en el andén y subirte despreocupadamente en el tren cuando éste se para delante tuyo. Si te descuidas puedes acabar en Alcalá, o en Guadalajara, o sabe Dios dónde...

Ahora tienes que estar alerta, en tensión, cosa que la voz lacónica del tipo moribundo que tienen en megafonía no te pone demasiado fácil... Me lo imagino encadenado a la pared de su celda, alimentado de un mendrugo de pan duro y un cuenco de agua sucia que a veces devoran las ratas. Es la voz de la deseperanza.

Los rótulos advierten que en 6 minutos (a las 9:30) pasará un tren con destino Príncipe Pío y Villalba por la vía 4. A los 5 minutos, el rótulo cambia y anuncia (a traición) un tren con destino Aranjuez. Si no te has subido a éste, estás de suerte.

Esperas a que este tren se vaya y miras el rótulo con la esperanza de que el tuyo venga pronto.

Mientras, el rótulo de la vía 3, que anunciaba un tren con destino Alcalá, cambia y anuncia un tren con destino Príncipe Pío y Villalba. Si estás alerta y en tensión y ojo avizor, puede que te des cuenta del cambio y consigas subirte a tu tren, que pasa con retraso y por otra vía.

Con todo, has desarrollado un caparazón de paciencia que evita que agredas a los empleados de Renfe (los del Ave ahora en huelga, por cierto, que los viajeros no somos los únicos que padecemos a los déspotas y mafiosos señores de Renfe) cada día.

Ayer, sin embargo, colmaron mi paciencia. No tuve más remedio que ceder y escribir hoy, una vez más, por cansino que pueda resultar, un post dedicado a estos ladrones.

Volvía de trabajar con mis compañeros. Habíamos picado todos en los tornos de nuestra estación (en los tornos que funcionan, pues no todos funcionan, claro) y corrido para coger el tren que casi se escapaba.

En el rótulo se anunciaba un tren en tres minutos, pero al parecer llevaba anunciando un tren en tres minutos toooodo el santo día. El rótulo estaba estropeado.

Cogimos el tren y al subir encontramos a un revisor. Nos pidió los billetes y, al darle el mío, comenté que el servicio que presta Renfe Cercanías no está ni de lejos a la altura del control de billetes que llevan a cabo.

El revisor miró mi billete y luego alzó la mirada para encontrar la mía con un gesto de inconfundible sorna.


“¿Qué? ¿Nos hemos colado?”

“¿Perdón?” Respondí, perpleja.

“Venga, ¿Dónde te has subido?”

“Oiga, que yo acabo de subirme en el Barrial y he picado mi billete...” 


El tipo, creciéndose, me sostuvo la mirada unos instantes y me dijo:


“Pues te vas a tener que bajar conmigo en Príncipe Pío para comprobarlo”

“No, verá, yo no me puedo bajar en Príncipe Pío con usted porque me tengo que ir a Atocha”

 

El tipo se apartó entonces, con mi billete en la mano, para colocarse debajo de una luz, desde donde anunció:

 

“Vas a tener suerte”

“¿Ah, si?” Respondí con ironía

“Si, porque aún puedo ver las marcas que ha dejado la máquina”

“¿Voy a tener suerte porque usted puede ver las marcas de su máquina, que se ha quedado sin tinta y, gracias a eso no me tengo que bajar con usted?”

“Si”

“O sea, ¿que su máquina no funciona -como casi todo en Renfe- y yo tengo que acompañarle para demostrar que he pagado mi billete?

“Si”

 

Vamos a analizar esta situación con un poco de detenimiento:

Los rótulos no funcionan, las máquinas canceladoras de billetes no funcionan, los horarios no funcionan, el aire acondicionado no funciona... ¿Cuántos retrasos me ha ocasionado Renfe? Sinceramente, ya ni los cuento, uno al día por lo menos, cuando no más.

Nunca, repito: NUNCA, Renfe se ha dignado a devolverme el importe del billete. Nunca, mucho menos, se ha dignado a indemnizarme por mi tiempo y mi paciencia. ¿Y disculparse? A lo sumo, con un imperativo que obliga, que no te deja opción,  te exigen: "disculpen las molestias". ¿Molestias? Señores, cuando se da a diario, la molestia se torna algo más que una molestia.

Sin embargo, sí consideran oportuno hacerme perder más tiempo y paciencia si una de sus máquinas (cuando no todas) se estropea, se le acaba la tinta (¡¡Qué estamos en el siglo XXI, oiga!!) y el Sheriff del tren no puede verificar que el billete ha sido debidamente cancelado.

Yo sí que puedo perder tiempo, paciencia y ¿por qué no? dinero.

¿Qué pasa si el Sheriff del tren no puede o no quiere ver las fantasmales marcas en mi billete y me obliga (¡ja!) a bajar con él en Príncipe Pío? ¿Y si por este motivo yo pierdo un tren a Málaga que sale de Atocha? ¿Hemos perdido el juicio?


“Dónde ha cancelado su billete?” Me preguntó a continuación

“Ya se lo he dicho, en el Barrial”

“No. Qué “dónde””

“No le entiendo... “Dónde” ¿¡Qué?!”

“Que en qué máquina”

“¿Y yo qué se? En la primera o la segunda por la izquierda, creo. Hay una que no funciona nunca ¿sabe? Como casi todo en Renfe, pues la de su izquierda.”

“Renfe funciona estupendamente”

“No estoy de acuerdo. Casi nada funciona correctamente”

“Pues si no le gusta ya sabe lo que hay”

“¿Qué?”

“Hay otros transportes, pruebe con el autobús”

 

¡Acabáramos! Yo pago Cercanías directa e indirectamente, con mis impuestos y con mi billete, para que venga el Sheriff a decirme que si no me gusta, puerta.

¿Desde cuándo paga uno un servicio y si no está satisfecho, encima le enseñan la puerta? Desde que los monopolios existen y ejercen como tales, oiga, que la cosa es tan simple como eso.

Voy más allá: ¿Qué otro medio de transporte urbano conoce usted que venda billetes de 10 viajes con fecha de caducidad en un mes? ¿Saben, han calculado alguna vez, cuánto dinero nos roban estos ladrones con licencia?

Pues bien, según el Sheriff borracho de poder, tuve suerte. ¡Suerte!

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