miércoles, 19 de diciembre de 2007

POR EL TEJADO


¿Qué ocurre cuando una junta de vecinos aprueba una obra en su inmueble que supone una derrama de un millón y medio de las antiguas pesetas por inquilino?

¿Qué ocurre cuando un de los vecinos es un anciano o anciana, sin familia, que lo único que tiene es su casa y una pensión de mala muerte (400 euros)?

¿Ese vecino se convierte en moroso, le pueden embargar su casa. Se puede quedar sin nada? Después de haber trabajado toda su vida para tener dónde caerse muerto, resulta que no tiene nada.

Tengo una amiga que está pagando la hipoteca y la derrama de su casa. Derrama de una obra que ha tenido su portal como un campo de pruebas para misiles desde que tengo recuerdo de esa casa. Los sacos de arena y cemento se amontonaban como trincheras. Sólo faltaba el alambre de espinos.

Después de varios años con la obra parada, ahora los vecinos le han pedido al ayuntamento que haga la obra. Parece que está en marcha otra vez.

Podría parecer bueno, y de hecho lo es, pero eso no quita para que podamos enumerar aquí una serie de problemas que pueden surgir:

La obra en cuestión afecta a toda la estructura del edificio: escaleras, suelos, techos, tejado, muros de carga, cañerías, etc.

Algunos propietarios e inquilinos han tenido que dejar sus casas para que la obra se pueda llevar a cabo.

Mi amiga y su novio, de hecho, tuvieron que irse (y sacar absolutamente todos los muebles y efectos personales) de su casa hace ahora cerca de tres meses.

Cuando se fueron les dijeron que sería por tres meses. Ahora les dicen que probáblemente serán cinco. Yo no doy un duro por menos de seis meses.

Mi amiga tiene otra amiga que le ha podido dejar un piso. Los muebles están en un guardamuebles. Aunque, incómodo, más o menos, no le ha ido mal.

Pero ¿Y ese anciano o anciana? ¿Y aquél que no tenga a nadie?

Otro problema:

Pongamos que otro vecino se compró su casa en ese inmueble hace un par de años e hizo reforma. Se metieron en una obra. Su propia derrama. Supongamos que se gastaron de dos a tres millones de las antiguas pesetas. Que se hicieron un piso de fábula, que no escatimaron en materiales, que la tarima flotante es la mejor, que las puertas son de madera buena, los baños de diseño, etc.

Digamos que la obra afecta a este piso, que tienen que levantar el suelo, abrir paredes y techo, etc.

El resto de los vecinos, con su derrama, tendrán que pagar los gastos necesarios para dejar esta casa como estaba.

Por otro lado, algún vecino querrá decir que su suelo era de tarima flotante, cuando en realidad no lo era, o que las ventanas que tenía eran de climalit, cuando en realidad no lo eran. Esto es España, no nos engañemos... más de uno querrá aprovechar para que parte de su obra corra a cuenta de la comunidad.

Lo último que cuenta mi amiga es que hace unos días, su novio pasó por su casa para ver cómo iba la obra. Hay que ver cómo está ahora la casa de mi amiga:

Son cuatro pareces. Tal cual. Han quitado todo el tejado. Está a la intemperie. Cuatro paredes a la intemperie. Agujeros en suelos y paredes. Puedes ver las casas de todos sus vecinos por estos agujeros.

La casa de mi amiga tenía el techo con vigas vistas. Vigas de las de antes, de las buenas, de las que ahora te cuestan un ojo de la cara.

La obra se las sustituye por vigas de metal. Eso si: forradas de madera. Lo mismito, vaya.

Pero no es a eso a lo que iba: Su casa está a la intemperie y su novio fue a ver cómo iba la obra.

En la puerta del portal una "perroflauta" le pidió un cigarro. Le dijo que no tenía y entró asegurándose de cerrar la puerta detrás suyo. Serían las siete de la tarde (de noche) cuando abrió la puerta de su casa para encontrarse, en una de las habitaciones, con un tipo. Un "tirao", un "perroflauta", un "pies-sucios", un okupa, vaya. Con toda la parafernalia: sus pantalones de pitillo, sus cadenas, su camiseta raida, sus botas, sus piercings (¡con lo que cuesta un piercing!), sus tatuajes (¡con lo que cuesta un tatuaje!), su pelo teñido y su cartón de vino:

“tío, tío, perdona, tío, eje no tenemos dónde dormir, tío, mi piba esta abajo”

El susto, por supuesto, es tremendo.

El "perroflauta" había subido por el andamio y estaba tratando de abrirle la puerta del portal a su piba con el portero automático (que, por suerte, no funciona).

Con las mismas, el novio de mi amiga salió de su casa, cerrando con llave y dejando al "perroflauta" dentro (que baje igual que ha subido).

Si los okupas se instalan en su casa la policía no podrá hacer nada hasta que el caso no se lleve a los juzgados y un juez de la orden de desalojo.

Pueden pasar meses antes de que esto ocurra. Mientras tanto, los gastos de la comunidad suben y suben, la obra se para, los desperfectos corren a cuenta de la comunidad, ya que los "perroflautas" tienen la fea costumbre de ser insolventes.

¿Y qué pasa con el anciano o anciana que se encuentre con esta situación? Echado de su propia casa, sin que nadie se haga cargo de su situación, ve cómo su hogar es invadido por vagos, maleantes, tirados, que lo único que han tenido que hacer para conseguir una casa es entrar en ella.

Suspiro y pienso ¡qué suerte no ser propietaria! Jesusito, qué me quede como estoy.

Espero que mi amiga recupere muy pronto su casa y su vida.

lunes, 17 de diciembre de 2007

MR HYDE



“Yo, para ir a tu casa, suelo cojer un taxi. En la línea 3 hasta Callao es línea directa, pero tenemos que bajar hasta Palos de la Frontera y desde Callao andar hasta tu casa. No es mucho, pero me suele dar pereza...”

Como vamos algo cargadas optamos por la opción “Taxi”. Vamos a la parada que hay en la Glorieta de Atocha, enfrente de la plaza del Reina Sofía.

Normalmente, allí hay taxis, pero es sábado y, aunque aún es pronto ya empieza a escasear el preciado bien.

En la parada ya hay una pareja que espera. Se besuquean y, de cuando en cuando, él levanta la vista en busca de la ansiada lucecita verde.

Estamos en la parada un buen rato y, aunque la conversación es amena, empezamos a impacientarnos un poco.

Mientras tanto, no paran de pasar taxis con la luz apagada. Obsérvese que no digo “libres”, pues si nos fijamos con detenimiento encontraremos que es deporte nacional entre los taxistas circular con la luz apagada aunque no lleven pasajeros.

Sigue pasando el tiempo y el frío hace ya mella en nuestro ánimo.

Al fin, alborozadas, divisamos una luz verde entre el tráfico y cruzamos los dedos para que llegue hasta la parada antes de que algún desaprensivo lo asalte.

Pero justo a la vez que el taxi con la luz encendida, se detiene, delante de él, otro taxi con la luz apagada con toda la intención de recojernos.

Kubelik y yo acordamos subirnos al taxi con la luz encendida, pues a las dos nos indigna y nos exaspera la actitud tan poco profesional de los citados taxis que circulan con la luz verde apagada.

El conductor se baja y nos abre el maletero para que metamos nuestras bolsas y, distraidamente, comenta.
“No entiendo que quería el de delante. Me ha parecido que quería cojeros”

Pistoletazo de salida, a mi no me hace falta que me den cuerda:
“No, no es que lo pareciera, señor, es que quería cojernos, que tienen mucho morro ¿sabe? que circulan con la luz apagada y ellos eligen a quién suben y a quién no. Es que es indignante”

En qué momento. Lo que yo interpreté como un pistoletazo de salida resultó ser un calentamiento de motores...

“Eso, señorita, tienen que denunciarlo” Nos indica gesticulando como el que pone una multa.
Y Kubelik “Yo voy a denunciar a los de la parada de taxis de Santo Domingo, que están en la parada con la luz apagada y no los puedes usar porque te dicen que están esperando un servicio y, en realidad, están esperando a que algún “guiri” salga del hotel para pegarles el sablazo”

Y el conductor repite el gesto de la denuncia y añade:
“Pero eso no quiere decir que todos los taxistas seamos malos ¿eh?”
“Nooooo, noooooo” Decimos las dos a la vez (y las dos buscamos en nuestra memoria un taxista que merezca la categoría de “bueno”)

"Por cierto, me tienen que indicar que no se por dónde tengo que ir” Dice mientras coloca el GPS apagado (El trayecto en cuestión es tan complicado con Atocha - Santo Domingo)

“Además”, sigue el taxista “habrán notado que la mayoría de los que se comportan así son los mayores, no los jóvenes”
Y nosotras “Siiiiiii, siiiiiiii” Mientras Kubelik habla de un taxista muy majo que le cogió el otro día, a mi me viene a la cabeza el taxista joven (y psicópata) que me llevó del aeropuerto a atocha y vuelta de atocha al aeropuerto en 40 minutos en hora punta. Se me encoje el estómago.

“Y les voy a decir una cosa y esto que les quede muy claro ¿eh?”, dice él “Que a los taxistas nos hacen malos las personas. Ahora ¿por dónde, señorita?”

No quiero extenderme, ni mucho menos regodearme, pero me parece que vale la pena señalar que no andaremos muy desencaminados si catalogamos a los taxistas a parte del género humano. Cuando el mismo taxista lo afirma ¿Qué sentido tendría llevarle la contraria?

Kubelick y yo empezamos, no ya sólo a cansarnos de su conversación, sino también a preocuparnos.
“¿Por dónde me ha dicho, señorita?” Pregunta por cuarta vez.
“Por arriba” contesta Kubelick por cuarta vez “vamos a cojer el túnel que va a Mayor”

Cuando estamos llegando al túnel un policía nos corta el paso y nos dice que para cojer el túnel (que está detrás suyo) tenemos que doblar a la derecha, dar la vuelta a la manzana y volver a salir a la espalda del policía.

¿Por qué? Eso es algo que probámlemente nunca sabremos. Era uno de los cortes más tontos que he visto en todos los días de mi vida, pero nada justificaría la reacción que tuvo nuestro amable taxista, el de “señorita esto” “señorita lo otro”.

“Qué hijo de puta, por tu puta culpa tengo yo ahora que dar marcha atrás, qué hijo de puta, me cago en dios y en su puta calavera ¡¡¡¿Qué hacés? ¿Qué coño hacces? ¿Me vas a dejar pasar, subnormal? Ni ni ni ni ni (en tono de burla) no puedes pasar ni ni ni ¿Es que no ves que soy un servicio público, hijo de puuutaaa (con los dientes muy apretados) Cualquier día cojo un palo y me lío a hostias con todo el mundo, me lío a hostias, me cago en diooooos... ¿Y aquí puedo girar a la derecha ahora o qué?”

“Eh... si... eso ha dicho...” Le dice Kubelik suavemente, muy bajito. Ni siquiera nos miramos. Nos ha tocado el psicópata y si nos miramos seguro que nos da la risa, y si nos da la risa Mr Hyde sacará un palo y nos matará a golpes.

Mr Hyde entra en el túnel acelerando con toda su ira como si estuviera en una carrera de Fórmula 1, cambia de marcha, acelera, cambia de marcha y sigue acelerando mientras sigue maldiciendo y murmurando con los dientes apretados.

“Hijo de puta, te mato, me lío a hostias y te mato. Qué hijo de puta ni ninini nin ni (en tono de burla) ¡cabrones!”

Cuando cruzamos Arenal tememos por la vida de los peatones. Cruza la calle despacio, conteniendo el motor con los dientes todavía apretados, maldiciendo, pero cuando sale de Arenal acelera de nuevo y si hubiera habido algún peatón, tenemos la certeza de que lo hubiera matado. Acelera y gira violentamente, frena en seco cuando tiene que ceder el paso, se cree el justiciero enmascarado o algo...

Al llegar a Ópera hay un embotellamiento en nuestro cruce. Los coches de la calle que tenemos que cruzar están parados atascando el cruce. Cuando el semáforo se ponga verde para nosotros no podremos pasar.

Nos da miedo que intente pasar a pesar de todo, nos da miedo que haya decidido empotrar su coche contra otro, los acelerones embragados no son precisamente una broma.

A nuestra derecha, un autobús descarga a los pasajeros.

“Y ahora el autobús ni ni ni (en tono de burla) me paro donde me sale de los cojones y descargo donde me sale de los huevos, hijos de puta cabrones malnacidos, saco el palo y os mato a todos” En realidad “Donde me sale de los huevos” resulta ser una parada de autobús.

Por fin llegamos a nuestro destino. Las piernas nos tiemblan cuando nos bajamos de lomos de la muerte.

Puede parecer exagerado, pero que levante la mano quien no haya montado alguna vez con un psicópata en un taxi, o con un borracho, o un drogadicto, o un traficante de rubíes, o un suicida, o un descerebrado, o un obeso con riesgo de infarto, o un fumador impertérrito.

Puede que no todos los taxistas sean malos. No diré tal cosa, pero nadie evitará que diga que la gran mayoría de los taxistas no sólo son malos, sino que no son personas. Y encima hay pocos.

jueves, 13 de diciembre de 2007

SCROOGE


Felicis me está tomando la delantera en mi propio blog, y eso no lo puedo consentir... Así que, aunque sin ganas, ahí va eso...

Un post dedicado a los que no tienen ganas, a los que se encierran y enclaustran, a los que evitan el centro con todas sus fuerzas, a los que evitan salir, entrar, salir, cenar, salir, tomar copas, salir...

Dedicado a los que entran muertos de frío y salen sudando la gota gorda, maldiciendo en arameo, a los que no encuentran lo que están buscando, a los que lo encuentran a un precio inasequible, a los que sufren pisotones en silencio, a los que acaban abriéndose paso a codazos, derribando, si es necesario, a un niño que mira embobado un escaparate.

Dedicado al que no tiene nada que ver en la tele, al que no puede escuchar la radio, al que es sometido a la tiranía y a la dictadura de la melodía insufrible y repetitiva, dulzona y supuestamente alegre.

Dedicado a los que no piden vacaciones, a los que trabajan y buscan refugio en la rutina del trabajo.

Dedicado al que felicita paladeando la ironía de sus palabras. Dedicado al que no soporta a los niños en vacaciones con las bocas redondas, pidiendo, pidiendo, pidiendo como pollos. Al que, más que a los niños, no soporta a los padres que pierden encantados a los niños.

Dedicado a los ojos ensombrecidos, a los que desgarra la imposición de ser felices, a los que están solos porque quieren estar solos.

Dedicado a los que huyen, a los que hibernan y a los que se esconden debajo de la cama. A los que desearían que todo siguiera igual, a los que querrían pasear, a los que les gustaría utilizar los transportes como hace un mes. A los que matarían por poder hacer la compra como entonces. A los que les apetece un pescado que ahora no se pueden permitir.

A los que no se atreven a decir “a mi no me gusta el dulce”.

A los que de pronto aborrecen el color rojo, a la gente gorda, las barbas, los turbantes, los colores plata y oro, la purpurina y los brillos y las bolas y los árboles abeto.

A los que les gustaría cenar tortilla francesa para variar.

Y a los que, a pesar de todo, disfrutan con la familia, el último refugio. A los que su familia les quiere, a pesar de que sean Scrooge.

A todos los Scrooge, que son, a fin de cuentas, el verdadero espíritu de la Navidad.


Navidad: De Natividad. La Navidad celebra el nacimiento de Jesús.
¿qué pintan las bolas? ¿qué pintan los lazos? ¿qué los calcetines y los zapatos limpios? ¿Qué los regalos? ¿Y el turrón? ¿Y el pavo? ¿Qué pinta el gordo? ¿No será que se nos está yendo de las manos?

SISTEMA DU SOLEIL (Por Felicis)



Qué fuerte, Pani, lo que da de sí tu blog, sobre todo en esta nuestra amada piel de toro llamada España. Y yo que pensaba que la cosa se te iba a agotar pronto. Me creía yo que estábamos en Finlandia.
De lo que te quiero hablar es de mi última incursión en el mundo de la cultura. Esa cultura a la vez elitista (por el precio) y homogeneizada (porque es pretenciosa pero al final es más de lo mismo) tan bien representada por el Circo del Sol. Bueno, mejor digo Cirque du Soleil, que me costó 57 eurazos y si lo digo en francés uno parece que ha hecho menos el primo pagando tal dineral.
El espectáculo se llamaba Delirium, ha tenido lugar en el Palacio de Deportes de Madrid, durante el puente de la Constitución, y los que hicieron el primo, pero de verdad, fueron los que pagaron 74 euros para no ver más que la mitad del escenario. Porque yo estaba lejillos, pero al menos lo veía todo.
En este link de Ciudadano M (http://www.elmundo.es/elmundo/2007/12/05/ciudadanom/1196853115.html) tenéis toda la información, entrad y después seguís leyendo.
¿Qué tal? Interesante, ¿eh? Pues lo que os decía, que pagas 6 euritos por el cine y si la peli se ve mal te revienta, pero es que pagar 74 euros pa tragarte no el delirio completo, sino sólo medio delirio, eso sí que es un delirio, pero delirio de mala leche que te entra.
El de los zancos, en el escenario, gritaba: Hello, peopleeeee, Hoooow aaaaare youuuuuu? Y la peña contestaba: Maaaaal!! Estafadores!!!!!! Pero los artistas ni se inmutaban, eran felices, en su desconocimiento del idioma. Eso sí, yo me mondaba de la risa. Si os diré que fue lo más divertido del espectáculo…
Por lo visto, la culpa no es tanto del Circo del Sol como de la promotora española, Gamerco (www.gamerco.com). No quiero ser malo, pero como que la cutrada me huele más a chamusquina española que a cagada canadiense.
PD: Y para que no pienses, Pani, que soy un xenófobo de mi propio país, otro día te hablo de Roma, esa maravillosa ciudad del amor que, en cuantos a fallos del sistema, nos gana por goleadas.

lunes, 3 de diciembre de 2007

PLANTA ENTRESUELO (Por Felicis)


Y sin más dilación, les dejo con mi más fiel lector y colaborador... Con todos ustedes... ¡¡¡El gran Felicis!!!

"Ay, Pani, Pani...
Casi un mes llevo barruntando lo que no puedo contarte sino en este blog tuyo tan reivindicativo en contra del sistema.

Pero en este caso el sistema es el de mi bloque; eso sí, reflejo de este nuestro gran país España.

Fue en septiembre cuando lo anunciaron: cambian el ascensor. Los vecinos estaban hartos del ascensor anterior, que “siempre estaba estropeado”. Yo, en dos años que llevaba alquilado en este bloque, no había notado ninguna incidencia. Pero ellos sabrían.

Pues bien, un mes nos tiramos sin ascensor. Todo septiembre, ese maravilloso mes de la vuelta al trabajo, para que el puteo fuera redondo. Algo se había hablado de que el cambio iba a efectuarse en agosto. Pero claro, eso hubiera sido lo más lógico, y este nuestro bienamado país, tiene mucho solecito, pero lógica, ninguna.

Así pues, me tiré todo el mes de septiembre escaleras arriba escaleras abajo. Porque, no lo he dicho, pero vivo en un séptimo. Pa abajo con la perra, pa arriba con las bolsas del Mercadona, pa abajo con la bolsa de la basura, pa arriba con la perra, pa abajo al trabajo, pa arriba que se me ha olvidao la carpeta, pa abajo con la perra antes del trabajo, otra vez. Eso sí, con esto de compartir las escaleras, los vecinos llegamos a conocernos y a hablar todos los días, como en los tiempos esos antiguos en los que la gente se hablaba y los vecinos se conocían.

Cuando por fin estrenamos el ascensor, a mediados de octubre (¿os creíais que los trabajos duraron un mes justo? pues no), nos encontramos con un aparato supermoderno, con puertas deslizantes, con memoria y con la voz de una tía que te dice por qué piso vas.

Un superascensor, vamos.

Sobre todo, si funcionara.

Porque (y llegamos al colofón: fanfarria de trompetas, por favor), en este mes y medio desde que lo estrenamos, ¡se ha estropeado siete veces!

Ahora, los vecinos, cada vez que me los encuentro por las escaleras sin respiración, bajan la cabeza, avergonzados. Ya no es como ese mes de septiembre en el que todos aprovechábamos para hablar y conocernos mejor. Ahora en las caras se les refleja esa sensación de lelos de haber pagado una derrama que te cagas para tragarte un ascensor al que cada vez que te habla te entran ganas de asesinarlo.

Viva mi bloque y viva España."

¿Y el culo que se te va a poner qué? ¿Eh? Lo siento por la perra, que está viejina y cualquier día no lo cuenta... Espero que la subas en brazos...