martes, 4 de marzo de 2008

SIGUE SIN ESTAR DISPONIBLE


Movistar, en un intento obsesivo por tenernos a todos localizados y controlados, riza el rizo.

 

Sin consultarte, porque cada vez disimulan menos que lo que tu quieres les importa un carajo, te imponen un nuevo servicio gratuito (sólo faltaba); el servicio “Avísame”.

 

El servicio “Avísame” básicamente lo que hace es dejarte en bragas.

 

Digamos que tu, por los motivos que sean, no quieres hablar con alguien. Digamos que, por desventuras de la vida, ese alguien tiene tu número de teléfono móvil. Te llama. Te llama. Te llama. Es tenaz, vaya. Al final, harto, le das botonazo (en la jerga, le cuelgas. Porque en el mundo de los móviles puedes colgar sin descolgar) y, yendo un paso más allá, apagas el móvil para hacerle pensar que te has quedado sin batería y para que, así, desista de llamarte a cada minuto.

 

¡Ja! Movistar se ha alineado con tu enemigo. Ha puesto a su servicio un arma terrible. Te han puesto un localizador. Ya no podrás encender tu móvil en las próximas tres horas sin que el personaje cansino y tenaz reciba al instante un chivatazo de tu operador que le indica que ya puede volver a la carga.

 

Pero este servicio tiene otros inconvenientes, no es sólo la persecución sin tregua, no...

 

Digamos que tu has llamado a tu amiga Pepita a las once de la noche, una hora más que razonable entre vosotros, un lunes. Pepita, cosas de la vida, tiene el móvil apagado o fuera de cobertura.

 

Al segundo de colgar el teléfono te llega un mensaje: Movistar te avisará cuando Pepita vuelva a estar disponible en las próximas tres horas.

 

Decepcionado porque el mensaje no es de ningún amigo, lo borras.

 

Y te olvidas. Te olvidas de Pepita, del mensaje y de Movistar. Has cenado, has visto un rato la tele, leido o lo que quierar que sea que hagas en tus ratos de ocio, hecho tus abdominales, etc.

 

El caso es que entre las doce y la una, pongamos, te has acostado, de manera que cuando ya has cogido el sueño o, en el peor de los casos, lo estás cogiendo, Movistar tiene a bien recordarte que Pepita sigue sin estar disponible.

 

A las dos de la mañana, sobresaltado, bizco y muerto de sueño, miras el móvil incrédulo. ¿Pues no te han despertado los señores de Movistar para restregarte por las narices que Pepita sigue en el mismo estado de ilocalizable que cuando tu la llamaste? Deseas ser Pepita, deseas ser ilocalizable. O, en el peor de los casos, deseas estrellar tu móvil en la cabeza estúpida de Pepita, y luego estrellar a Pepita contra las cabezas de los inútiles de los señores de Movistar, en el caso de que aún las conserven de adorno, porque lo que es para pensar, está claro que no las tienen.

 

Señores de Movistar, su servicio, inútil de solemnidad desde su origen, no es gratuito. Ya he pagado el precio de ser despertada por ustedes en, al menos, tres ocasiones.

 

Si mi amiga sigue sin estar disponible a las dos de la mañana (y quien dice a las dos, dice a las once), me basta con su silencio, el de ustedes, que si mi amiga me quiere devolver la llamada ya sabrá ella si procede o no.

 

Si mi amiga está disponible a las dos de la mañana, a lo mejor me la sopla y resulta que no es tan importante como para arrancarme de mi plácido sueño.

 

Señores de Movistar, no respetan ustedes nada.