viernes, 29 de agosto de 2008

CERO RESÍDUOS


Una vez más, un interesante artículo que no precisa más comentarios:

EL PARAÍSO NIPÓN DEL RECICLAJE
Publicado en El País el 29 de agosto de 2008

Kamikatsu, un pueblecito perdido entre las montañas de la isla japonesa de Shikoku, se ha situado en la vanguardia del reciclaje en el mundo con una política revolucionaria: pretende eliminar totalmente los residuos para 2020. Desde 2002, cada vecino convierte su basura orgánica en abono y separa el resto en 44 categorías. Todo en sus propias casas, sustituyendo los camiones de basura y los contenedores por un único centro de entrega, la Academia Cero Residuos. Allí depositan su basura y aprenden a reciclar. Desde cómo separar las etiquetas de los envases a vaciar el líquido contaminante del motor de un coche. Para incentivarles se les regalan billetes de lotería y bonos de compra de alimentos.

 

La recolección tradicional de basura no es viable económicamente en una zona montañosa con casas dispersas, según Natsuko Matsuoka, la recién jubilada directora ejecutiva de la Academia. Por ello, esa tarea recae en sus 2.000 habitantes, que transportan en vehículos los desechos a este centro. Una parada que se incluye en la ruta de la compra, para no contaminar más, como asegura Matsuoka. A las personas que no conducen, los voluntarios de Recycle Kamikatsu les retiran los residuos. A ello se suma que cada hogar cuenta con un aparato (casi todos, subvencionados) que recicla la basura orgánica y la convierte en abono, reutilizable en sus abundantes huertas. "En un primer momento, me pareció un método engorroso, pero ya forma parte de mi rutina. Saber que los residuos que genero se reutilizan adecuadamente me motiva a respetar los consejos de clasificación", asegura Keiko Akiyama, de 45 años, madre y ama de casa.

 

Así, desde 2004 Kamikatsu ha reducido a la mitad la basura eliminada por combustión y elevado hasta el 90% los desechos reciclados, frente al 13% de media nacional en Japón. Y ello, a pesar de ser un país que entrega manuales de 30 páginas para explicar cómo separar correctamente los desechos, y en el que las botellas se tiran sin etiquetas, los briks, enjuagados, y la ropa, lavada y seca, se introduce en contenedores de ropa usada.

 

Todo comenzó en 2001, cuando un incinerador de basura, instalado en el pueblo en 1998, no pudo cumplir los niveles de control de dioxinas. El entonces alcalde decidió cerrarlo y, al darse cuenta de que el reciclado total costaba lo mismo o menos que la combustión, convenció al municipio para que adoptara el Proyecto Cero Residuos. A esta iniciativa pionera se sumó en marzo la de Oki, otro pueblo, en la isla japonesa de Kyushu, con un objetivo a más corto plazo: 2016.

 

Kamikatsu quiere extender esta práctica a todo Japón. Si esta labor de reciclado lleva a un cambio de hábitos de los consumidores, la de reducción de los desechos exige, afirman los ecologistas, un giro sustancial en la elección de los bienes a comprar y en la producción empresarial. Se trata, en suma, de reducir la basura. Kamikatsu renunció a las subvenciones estatales para levantar dos nuevas plantas incineradoras. Los ecologistas opinan que la iniciativa es encomiable, especialmente en un país que, aunque es considerado el paraíso del reciclaje, todavía incinera el 80% de la basura.

miércoles, 27 de agosto de 2008

HUNDIR LA FLOTA


Quienes me conocen saben que detesto volar. Lo odio, me da terror, pánico, un miedo atroz. Odio la sensación de no estar en tierra firme, de mirar por la ventanilla y ser consciente de que estoy volando. Os costará encontrar a alguien más “antiaviones” que yo.

 

Y sin embargo, viajo. Viajo en avión porque no quiero que un miedo, irracional como todos los miedos, me corte, precisamente, las alas. Viajo y seguiré viajando en avión.

 

Lo que quiero decir en este post tiene que ver otra vez con la irresponsabilidad y la falta ética y de profesionalidad de los medios de comunicación.

 

Me pregunto ¿Hay algo que le guste más a un mal periodista que la sensación de poder que le proporciona aterrorizar a toda la población? ¿Se trata de un juego, de un deporte...?

 

Desde hace una semana, desde el fatal accidente aéreo de Barajas, todos y cada uno de los días, hemos tenido que ver, oir o leer noticias relacionadas con otros accidentes aéreos.

 

Algunas han sido sobre trágicos accidentes con víctimas mortales, sí.

 

Otros no han sido accidentes aéreos. Muchos, ni siquiera incidentes. Se han dado noticias de retrasos, cancelaciones y anulaciones de vuelos por problemas técnicos o debido a las condiciones de la tripulación, que había rebasado sus horas de vuelo.

 

Este tipo de situaciones se dan a diario. A diario, en alguna parte del globo, se produce un aterrizaje de emergencia o una aeronave se ve obligada a regresar por la meteorología o por el fallo de algún sistema, etc. Sin víctimas, sin heridos y dentro de la normalidad.

 

De acuerdo en que la sensibilidad hacia los accidentes aéreos está a flor de piel, pero ¿Es necesario informar de que una sobrecargo de la compañía AirGómez de Kuala Lumpur se ha torcido un tobillo, generando con ello alarma y confusión?

 

Yo creo que no. Que la ética profesional y la responsabilidad deberían ser suficientes para advertir a un buen periodista de que no todos los aterrizajes de emergencia son noticia, como no lo eran antes del accidente de Barajas, a no ser que...

 

A no ser que se pretenda algo más que informar con ello... Piensa mal y acertarás, que dicen en mi pueblo. Pensando mal, pensando mal... el sensacionalismo vende. Aumentan las ventas de periódicos, aumentan las visitas en internet, aumentan los oyentes y los telespectadores, aumentan los billetes en sus bolsillos.

 

Pero ¿Qué ocurre con las compañías aéreas? Probablemente bajen las ventas (aún más en tiempos de crisis), tengan pérdidas y cancelaciones. Probablemente el miedo a volar se vuelva a notar. ¿Y qué pueden hacer las compañías aéreas sino contemplar cómo los medios les hunden el negocio?

 

¿Pasará la solución por que los medios de comunicación reciban un suculento cheque de las compañías aéreas? Yo ya no se qué pensar.

martes, 26 de agosto de 2008

EL GRITO


El sufrimiento humano ejerce sobre nosotros una fascinación malsana. Contemplamos las imágenes del sufrimiento sin poder apartar la mirada, con dolor, con impotencia o con asco, queriendo apartar los ojos y no pudiendo.

El asco no lo produce el dolor, sino quienes nos muestran el sufrimiento ajeno llenándose los bolsillos de espectadores, lectores o votantes.

Cada uno se lleva lo suyo. Nos imponen la visión tremenda de un dolor que no podemos imaginar (o si, y entonces es aún peor). Exponen a los más indefensos, a los más impotentes, a los que sólo tienen fuerzas para llorar a los suyos.

Los exponen como a animales enjaulados. “Mira, mira cómo es este sufrimiento. Mira cómo se comporta.”

Y así miramos, embobados, subyugados por ese dolor que se expresa en un grito o en el silencio, en las lágrimas o en la misma pérdida de conocimiento. En la desesperación y en la esperanza.

Me dan asco. Me da asco el cámara, probáblemente asqueado también de sí mismo, de lo que se ve obligado a hacer para dar de comer a sus hijos.

Me da asco el cámara que se atreve a encuadrar y a enfocar y a robar y a violar el dolor de una persona que se desespera, que no sabe, que busca, que se desconsuela, que intuye que lo ha perdido todo...

Pero me da más asco el director del medio. El editor, el director de informativo, que hace pasar esas imágenes por información.

Un hombre, una mujer, un padre, madre, hermano, tía, abuelo... sumido en la desesperación, llorando la incertidumbre, la sospecha de que su familia se ha desgarrado, no es información, señores.

Es una violación al más débil, al que ya no puede defenderse, al que ya no puede gritar “aparta esa cámara” porque sólo le queda un grito en el corazón y en la cabeza, y no es para este paparazzo, es para su hijo, para su hermana, para su padre...

Me da asco que me hayan impuesto estas imágenes allá donde mirara. En cualquier canal de televisión, a cualquier hora, en la tele del metro, en todos los periódicos, incluidos los que se vanaglorian de haber hecho una cobertura digna y correcta de esta tragedia.

Me da asco, por supuesto, la clase más baja y rastrera de nuestra sociedad hoy por hoy: la clase política, la que se reparte y se adjudica a los muertos, la que se achaca su cuota de dolor y la reclama como propia.

Señores, son ustedes basura. Pero no sólo ustedes. Ustedes son un baremo, un baremo que nos mide a todos. Qué asco.

viernes, 22 de agosto de 2008

AGUA


Un artículo muy interesante.

El agua, del grifo, y si es de Madrid, mejor:

ESTA POLÉMICA VA EN BOTELLA
Publicado en El País el 22 de agosto de 2008

La vida de Thomas Boone Pickens, un multimillonario que se ajusta al ideal de empresario hecho a sí mismo, está entre las favoritas de la prensa estadounidense. Forjó su fortuna hace medio siglo en las explotaciones petroleras de Texas. Con 80 años, sigue interesado en el subsuelo.

 

Sólo que ahora, en vez de reservas de oro negro compra reservas de agua. El multimillonario ha vuelto a poner el ojo en un negocio pujante, que tiene en la industria embotelladora a su máxima expresión. En una década, el consumo mundial de botellas de agua se ha duplicado. Pero, a una velocidad aún mayor, se suceden los llamamientos para restringir su consumo.

 

El petróleo y el agua embotellada rivalizan por ser la mercancía cuyo comercio genera más dinero en el mundo. En ambos casos, Estados Unidos es, de largo, el primer consumidor, con cuotas que superan el 23% y el 17%, respectivamente. Y es también en EE UU donde el reguero de críticas ha cogido la fuerza de un torrente. La primera andanada fue de las organizaciones conservacionistas. Según las estimaciones de Pacific Institute, se necesitó una cantidad de petróleo equivalente a 100 millones de barriles (el crudo que importa España en dos meses) para producir el plástico de todas las botellas que se utilizaron en 2006 en el mundo. Casi todas son de PET, del que en EE UU sólo se recicla un 14%.

 

Más madera verde. Earth Policy Institute hace hincapié en las distancias recorridas (y en el impacto ambiental del combustible gastado) para suministrar un producto que, en condiciones más que suficientes para su consumo, también se ofrece a través de las cañerías con un coste energético infinitamente menor.

 

El caso favorito de los ecologistas es el de Fiji Water, una marca con un meteórico éxito en Estados Unidos. Su botella cuadrada es un complemento habitual de los famosos, encandilados por su exotismo: el agua proviene de un acuífero bajo una tupida selva de esta isla del Pacífico de la que la compañía destaca que está a "cientos de kilómetros de distancia de cualquier continente". Aquí atacan las asociaciones ecologistas: para llegar a sus consumidores norteamericanos, las botellas deben recorrer una enorme distancia en barco, con el gasto en combustible que eso supone. Y, más grave aún, en esta recóndita isla del Pacífico, casi un tercio de sus habitantes no tienen acceso garantizado a agua potable.

 

Las protestas conservacionistas cogieron vuelo hace un año cuando la conferencia anual de alcaldes estadounidenses aprobó una moción para promover el consumo de agua de grifo. San Francisco secundó una decisión de Los Ángeles para prohibir la compra con dinero público de agua embotellada. Nueva York y Boston financian campañas para lavar la imagen del agua de grifo. Y Chicago ha establecido un impuesto de 10 céntimos de dólar (7 céntimos de euro) por botella para desincentivar su consumo. Una tasa ya recurrida por la patronal estadounidense.

 

"En España, la situación es muy distinta", opone Irene Zafra, secretaria general de Aneabe, la asociación nacional que representa al sector. "La inmensa mayoría del agua embotellada que se consume aquí es de producción local, no hay apenas importación, el coste de transporte es mucho más reducido", señala.

 

En Estados Unidos, más de un tercio del agua embotellada es, simplemente, agua del grifo, tratada o no; un negocio monopolizado por Nestlé y Danone, los dos líderes mundiales. En España, el 96% son aguas minerales naturales. "Lo que se está ofreciendo es un producto absolutamente natural, que no compite ni tiene que compararse con el agua de grifo", explica Zafra. La dirigente de Aneabe recuerda que "está prohibido" tratar el agua que se recoge del acuífero, que tiene que pasar 12 análisis al año, y aduce que su contenido en minerales es beneficioso para algunas dolencias.

 

En cuanto a los reproches medioambientales, la tasa de reciclado del plástico en España es mayor (32,5%) y Zafra subraya el esfuerzo de la industria por reducir el peso de las botellas (ahora son un 45% más ligeras que hace dos décadas) y, de esa manera, el coste energético del transporte. La dirigente de Aneabe recuerda además que otras bebidas incurren en costes similares o mayores, "cuando es mucho más saludable beber agua embotellada".

 

Pese a las críticas, el ritmo de expansión de la industria no decae. En 2007 se consumieron en el mundo casi 190.000 millones de litros, un 47% más que en 2002. España es el séptimo país en consumo por habitante, con 120 litros per cápita. "En la huelga de transporte de junio, lo primero que se agotó en los supermercados fueron las botellas de agua", recuerda Andrea Gambus, de Wawali, una empresa barcelonesa especializada en la distribución de aguas premium, las top-model del mercado.

 

"Con el agua, está pasando como ocurrió con el vino, hay mucho interés por conocer aguas con características muy singulares", comenta Gambus para glosar un fenómeno que ha dejado de ser noticia: en las cartas de los restaurantes más lujosos, se han hecho hueco aguas que provienen de un manantial bajo un volcán japonés (Finé), de la lluvia recogida en Tasmania (Cloud Juice), o filtrada de glaciares canadienses (Berg). Si el precio del agua mineral más común es entre 350 y 1.000 veces más cara que la que sale del grifo, en estos casos la comparación es disparatada. La botella de la marca estadounidense Bling, decorada con cristales de Swarovksi, pasa por ser la exclusiva del mundo: no se encuentra por menos de 35 euros, casi 40.000 veces más que el precio medio del agua en las ciudades españolas.

 

En España, las críticas apenas se han traducido en iniciativas concretas. La que abandera el Ayuntamiento de San Sebastián desde hace un año es la más llamativa. 70 establecimientos donostiarras se han adherido a su campaña para sustituir las botellas por agua de grifo en los menús. "Aquí el agua de la red es de altísima calidad. Nuestro objetivo es reducir en origen la producción de residuos", señala Victoria Iglesias, directora de medio ambiente de la corporación vasca.

 

"Queremos concienciar al ciudadano de la importancia de un consumo responsable. Es una solución más económica, más respetuosa con el medio ambiente", defiende Iglesias. El Ayuntamiento predica con el ejemplo: no se compra agua envasada y en las reuniones oficiales el agua, de grifo, se sirve en jarras.

 

"El consumidor debe tener en cuenta el impacto ambiental de una botella, pero en muchas ciudades el sabor del agua de grifo es muy malo", recalca Rubén Sánchez, portavoz de la asociación Facua. Es un mal generalizado en la costa mediterránea; en Barcelona, por ejemplo, se bebe más agua embotellada que de grifo, según la Agencia Catalana del Agua. "Hay que invertir más en los sistemas de abastecimiento", mantiene Sánchez. Otra opción contra el mal sabor son los filtros, una inversión que se amortiza en unos cuantos meses.

 

Pero para las asociaciones de consumidores, la principal preocupación es cómo la industria lleva al límite la publicidad. "Hemos denunciado casos en los que se juega con la idea de que el agua embotellada ayuda a adelgazar o que tienen propiedades, como la hidratación, que son comunes a cualquier tipo de agua, mineral o no", explica el portavoz de Facua. "Se ha devaluado la imagen del agua de grifo, cada vez da más apuro pedir un vaso de agua en vez de una botella en los restaurantes", opina Iglesias.

 

Pese a la iniciativa donostiarra, muchos hosteleros son reticentes a ofrecer jarras de agua. La explicación económica es obvia: en la venta de una botella hay margen comercial, el vaso de agua suele ser gratis. La Viña, asociación hostelera de Madrid, planteó hace unos meses que también se pudiese cobrar por el agua de grifo, una cuestión que, además de polémica, es compleja: las normas municipales dificultan la reventa del agua suministrada.

 

Las empresas también rechazan que el uso de acuíferos para envasar agua mineral ponga en riesgo el suministro público de agua. "Apenas usamos el 0,02% del agua subterránea en España", explica Zafra. "El consumo anual de agua mineral de un ciudadano español es equivalente a tres duchas", añade. Pero en Estados Unidos, donde el equilibrio entre poder público y la iniciativa privada es mucho más precario, ya ha habido problemas de suministro para localidades rurales que se abastecían de acuíferos explotados por embotelladoras.

 

Las denuncias ecologistas sobre problemas similares en países emergentes son habituales. En China, Brasil o Indonesia, el crecimiento del consumo de agua embotellada es vertiginoso. Pero también crece el número de personas que no tienen garantizado el consumo de agua potable. Según la Organización Mundial de la Salud, hay más de 1.000 millones de personas en esta situación. Para reducir a la mitad esa cifra antes de 2015, la ONU abogó por duplicar los 10.000 millones de euros que se gastan al año en sistemas de abastecimiento y alcantarillado. Muy por debajo de los 70.000 millones que se destinan a pagar botellas de agua en el mundo. Si hay un argumento común en los conflictos que se auguran para los próximos años, ése es el acceso al agua. En Tejas, la árida tierra en la que T. Boone Pickens se hizo rico, un dicho popular lo sintetiza así: "Para beber, whisky; para pelearse, agua".

lunes, 18 de agosto de 2008

CEREBROS


Ayer, 17 de agosto de 2008, como muchos sabemos (porque lo vivimos en carnes) convergieron la operación retorno de la quincena de agosto y el regreso del puente del mismo mes.

 

Cientos de carteles luminosos recordándonos que la velocidad mata, que tantos muertos el mismo puente el año pasado, que las colillas las tiremos al cenicero, que respetemos las señales...

 

Todo esto me parece bien, no voy a entrar en si estos letreros despistan más que otra cosa o no. Tampoco voy a entrar en si tienen alguna utilidad a la vista de cómo conducen algunos cafres (la mayoría, lo digo, al volante de un Audi o un Seat León -negro, para más señas-).

 

A las once y media de la noche el tráfico de entrada a Madrid por la A6 era denso, pero fluido. Parecía, por momentos, que íbamos a llegar a casa a la hora prevista sin atascos ni otros percances.

 

No fue así. Al desviarnos para tomar la salida de la M-30, y ya dentro de la salida, vimos un cartel luminoso con un mensaje diferente al resto: Carriles Izquierdo y central cortados.

 

La entrada a la M-30 se realizaba única y lentamente por el carril derecho, al que se iban incorporando todos los vehículos del tráfico denso que he mencionado.

 

Un accidente, pensamos. Ha tenido que ser gordo para que tengan cortados dos carriles... Prácticamente parados, avanzábamos metro a metro. Durante más de media hora todos nos acoplamos en una sóla fila, los que veníamos de los tres carriles originales y los procedentes de otras incorporaciones.

 

¿No les avisan de esto? A nosotros, desde luego, no nos han avisado.

 

Bueno, sí. Nos han avisado, pero cuando ya estábamos dentro. Demasiado tarde. Ahora te la comes.

 

Parecía que a los que se incorporaban les pasaba lo mismo. “Ha debido de ser ahora mismo, no les habrá dado tiempo de avisar antes”.

 

Armados de paciencia y resignación, seguimos avanzando, facilitando incorporaciones y viendo pasar a los cafres impunes por el arcén.

 

Al fin llegamos al presunto lugar del accidente. No quiero mirar, pero miro. Al principio me parece que están limpiando. “Ya están limpiando”, digo. Pero vuelvo a mirar y me doy cuenta; no doy crédito. No están limpiando: ¡Están asfaltando!

 

Estas cosas se suelen planificar ¿no? Por ejemplo, del 7 al 12 de agosto, asfaltamos el tramo tal de la carretera cual, que buena falta le hace.

 

¿A qué cerebro privilegiado se le ha ocurrido, entonces, que el domingo 17 de agosto, operación regreso en todo su apogeo, era una buena fecha para cortar dos (No uno, ¡Dos!) carriles de la entrada a la M-30 desde la A6?

 

Más de media hora de atasco porque sí ¿Tan necesario era asfaltar ese tramo ya? Yo utilizo esa salida a diario y, francamente, no lo creo.

 

Pero en todo caso, si es impepinable, si tiene que ser ya, cuando más molesta, sí o sí, me pregunto:

 

¿No se podía señalizar antes? En lugar de “no corras tanto”, en uno de los carteles podrían advertir: “Ojo, que la salida a la M-30 se realiza por un único carril” Antes, repito: Antes de entrar en la salida. Después, como si no me lo dices, ya me lo encontraré en algún momento...

 

Y aún más, puestos a cortar dos carriles, ¿Por qué no cortarla entera y señalizar una alternativa? Porque, que se sepa, esa no es la única entrada a la M-30 ¿verdad?

 

Y en una vuelta de tuerca más ¿Esta operación no se podía llevar a cabo a partir de las doce de la noche?

 

En fin, que igual estoy equivocada. Quiero pensar que en mi ignorancia no me doy cuenta de lo bien que ideó esta operación un funcionario inteligentísimo.

 

Que es mi cerebro el que no da para abarcar el impecable razonamiento de este zote.