martes, 22 de enero de 2008

REGGETON


Hay especies que, si se extinguieran, sería un placer. Sería motivo de celebración y algarabía general. Nadie las echaría en falta. No hablo, pese a lo que pueda parecer, de las palomas, aunque también podría meterlas en este saco...

Hablo de una subespecie del hortera: el hortera de transistor.

Durante años tuvimos la ilusión de que la especie estaba en vías de extinción. Hubo un tiempo en el que, en todo el territorio nacional, debían quedar a lo sumo quince o veinte indivíduos aislados.

El hortera de transistor es una especie gregaria, por lo que el aislamiento y la evolución, cuando no involución, de su hábitat natural (la costa del sol y la costa levantina, principalmente) han ido acabando con la especie progresiva y esperanzadoramente.

Sin embargo, en los últimos tiempos, cuando ya dábamos esta vergonzante especie tan nuestra por acabada, las corrientes migratorias y el cambio climático nos traen un especimen hermano y foráneo, a todas luces mucho más resistente y adaptado: el hortera del reggeton.

El hortera del Reggeton viene de América y trae consigo sus costumbres. Unas son edificantes, enriquecedoras, encantadoras y dulces. Otras, por contra, son deleznables, molestas e irrespetuosas.

Auriculares o cascos. Han evolucionado hasta convertirse en cómodos botones que se intoducen en el pabellón auditivo. Hoy podemos encontrarlos incluso sin cables.

Permiten al usuario escuchar grabaciones o directos de todo tipo: noticias, música, programas de entretenimiento, música, concursos, música... incluso sirven para oir la televisión en privado, sin molestar a nadie. En resumen, permiten escuchar música y lo que no es música.

Entre lo que no es música, destacaremos el Reggeton, importado, como el hortera del idem, de las Américas.

Si el Reggeton quiere ser música o no, lo desconozco. Lo que sé a ciencia cierta es que no lo consigue. Sin entrar en el ritmo cansino y repetitivo, las letras que acompañan a una percusión machacona que destroza las conexiones neuronales, son, probáblemente, la mayor ordinariez que mis oidos hayan tenido la desgracia de escuchar.

Son letras sexistas, machistas y degradantes. Al oirlas la ira me invade. Me siento violenta en todos los sentidos. Se me inflaman las venas y los dientes me rechinan. He sentido la necesidad de arrancarme las orejas con la esperanza de no volver a oirlo nunca más. He sentido la necesidad de hacer que el hortera de Reggeton se trague la fuente de su ruido infame.

Ojalá el hortera del Reggeton tuviera la capacidad de sentir respeto por el prójimo. Ojalá se sintera en la obligación de utilizar los maravillosos auriculares o cascos para protejer al resto de la población de la bazofia que invade sus orificios auditivos. Ojalá no considerara absolutamente necesario compartir conmigo la letanía de obscenidades y su lascivia.

Pero desgraciadamente, el hortera del Reggeton tiene el cerebro lleno de mierda. No es capaz de imaginar lo profundamente molesta que resulta su presencia, la violencia que desata.

Para colmo, y para refinar el proceso de la tortura, las compañías de telefonía móvil han puesto al servicio de esta especie un arma de destrucción masiva: el altavoz en los móviles. Que digo yo que ¿qué necesidad había? Ninguna. Bien está el altavoz como manos libres, si no digo yo que no, pero ¿era necesario tener que escuchar las descargas de tonos en estéreo? Señores, no. Máxime cuando el altavoz en cuestión se oye como si el móvil estuviera dentro de una lata de Coca Cola abollada.

Cuando este país se había desecho del hortera de transistor, entramos en el metro, o en el autobús, o en el Cercanías y el hortera del Reggeton nos impone su falta de criterio musical. Nos la impone. ¿Por qué no puede usar los cascos? ¿Por qué leches tengo yo que escuchar su mierda de tono? ¿Por qué no puedo leer tranquilamente? ¿Por qué su ruido se cuela en mi cerebro pese a mis cascos? ¿Por qué ninguno nos atrevemos a decirle que apague eso?

Me jugaré el pellejo, pero la próxima vez se lo digo.

(Fantasmaaaaa...)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada bloggerwoman

Siento comunicarle desesperanzadoramente que el virus del hortera regetton es contagiosisimo y por esta parte del territorio nacional (la costa del sol)ya ha sido inoculado en el producto patrio, desde hace ya algun tiempo se puede ver por la calle a malaguitas motorizados haciendonos disfrutar con esa insufrible musica. Como diría Sid Vicious NO FUTURE

PANI dijo...

Me lo temía...