viernes, 19 de diciembre de 2008

NUNCA LLUEVE A GUSTO DE TODOS

Es cierto eso que dicen de que “nunca llueve a gusto de todos”.

 

Aclaro, lo primero, que soy uno de esos raros a los que les gusta el frío y la lluvia. Me encanta el sol, y lo necesito, pero si es con frío, mejor, porque, en realidad, lo que no aguanto es el calor.

 

Pero no voy a hablar del tiempo, como si fuera esto un ascensor, no, voy a hablar de la lluvia, y de lo peor de la lluvia: los paraguas.

 

Como digo, no me importa que llueva, me gusta. Lo que no soporto es ese invento del demonio llamado paraguas.

 

Nos escandalizamos porque en los States uno puede comprar un rifle en una panadería, pero no nos damos cuenta de que aquí mismo, en esta, nuestra España, las armas las venden los chinos a dos euros en las esquinas y a la salida del metro.

 

Vale, no son armas de fuego, pero nadie me negará que calificarlos de arma blanca no es errar demasiado...

 

Un paraguas cerrado es un palo con mango acabado en punta; o sea: una lanza. Una lanza que la gente lleva agarrado alegremente, balanceándolo incluso, de alante atrás, hasta que te lo clava en la espinilla.

 

Si esto resulta ya horripilante, un paraguas abierto es aún peor. Un paraguas abierto es la misma lanza, pero en este caso con la punta rodeada de entre ocho y doce lancetas, dispuestas en círculo y hacia afuera.

 

Ni a la mente más retorcida del ejército se le ocurrió nunca una idea tan aberrante, un mecanismo al tiempo de defensa y de ataque mortal. Un acorazado utilitario.

 

Si lo usaran en los campos de batalla, me parecería atroz, pero es que lo utilizan en las calles de las ciudades, ¡En las calles, señores! ¡Que hay niños!

 

Para colmo, el usuario común de este enjendro demoníaco no tiene ni puta idea de que lo que lleva en esa mano inconsciente es un arma de matar gente.

 

Caminan acorazados, debajo de la tela del paraguas, rodeados de pinchos con los que se abren paso entre el resto de los viandantes. No se molestan siquiera en mirar a quién abaten.

 

De pronto sientes un objeto filoso que lucha por penetrar en tu cráneo indefenso. Alarmado, te das la vuelta, y ahí está ella: la señora de ciento ochenta años, con su abrigo de piel y un paraguas del tamaño de una sombrilla de playa.

 

No vayan a pensar que por habernos dado la vuelta y haberla mirado con indignación estamos a salvo, nada más lejos.

 

Si no andamos con ojo, perderemos el idem. La señora seguirá intentando seguir por su camino, tiene un arma y tu eres un incordio. Ni levantará ni ladeará el paraguas en son de paz para que podáis seguir cada uno por vuestro lado. El paraguas se convierte en símbolo de poder y ella no dará su brazo a torcer. Si quieres salvar tu ojo, más vale seas ducho en el arte del cuello de goma. Un bamboleo rápido de cabeza a tiempo puede salvarte del pasado look pirata. ya saben, una retirada a tiempo es una victoria.

 

Pero no son sólo las señoras de 180 años. El número de descerebrados armados crece cada día y somos menos, cada vez, los inconscientes que nos tiramos a la calle sin un triste escudo...

 

Me declaro pacifista, y por tanto de la liga antiparaguas. Pacifista sí,  pero no tonta. Por eso propongo que les plantemos cara, que ya está bien, hagámosles ver que sus corazas no podrán con nosotros. ¡A las armas!

 

Propongo un paraguas sin tela (para qué las sutilezas: ¡Es la guerra!), la lanza y las lancetas, el palo y las varillas, y a ver quién puede más. El día menos pensado lo hago.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que grande Pani... Yo he optado por levantar los brazos por delante de mi cara y llevarme por delante cualquier pincho mortal de señora sin mirar atrás, imperturbable, deseando que me digan algo para montar por sorpresa el numerito que ellas (o ellos) mismas están deseando montar...

Esta también es mi guerra, cuenta conmigo!!

PANI dijo...

Qué emoción!!! Ya no me siento sola ante la calamidad... Ya somos dos efectivos en la guerra anti paraguas!!! Juntos podemos hacer legiones, sigamos predicando, que esto ya es imparable!!! Gracias, anónimo!!!!

Anónimo dijo...

Cabales palabras, es peligrosísimo
¡Recuperemos el sombrero!

PANI dijo...

qué viva el sombrero!!