miércoles, 27 de agosto de 2008

HUNDIR LA FLOTA


Quienes me conocen saben que detesto volar. Lo odio, me da terror, pánico, un miedo atroz. Odio la sensación de no estar en tierra firme, de mirar por la ventanilla y ser consciente de que estoy volando. Os costará encontrar a alguien más “antiaviones” que yo.

 

Y sin embargo, viajo. Viajo en avión porque no quiero que un miedo, irracional como todos los miedos, me corte, precisamente, las alas. Viajo y seguiré viajando en avión.

 

Lo que quiero decir en este post tiene que ver otra vez con la irresponsabilidad y la falta ética y de profesionalidad de los medios de comunicación.

 

Me pregunto ¿Hay algo que le guste más a un mal periodista que la sensación de poder que le proporciona aterrorizar a toda la población? ¿Se trata de un juego, de un deporte...?

 

Desde hace una semana, desde el fatal accidente aéreo de Barajas, todos y cada uno de los días, hemos tenido que ver, oir o leer noticias relacionadas con otros accidentes aéreos.

 

Algunas han sido sobre trágicos accidentes con víctimas mortales, sí.

 

Otros no han sido accidentes aéreos. Muchos, ni siquiera incidentes. Se han dado noticias de retrasos, cancelaciones y anulaciones de vuelos por problemas técnicos o debido a las condiciones de la tripulación, que había rebasado sus horas de vuelo.

 

Este tipo de situaciones se dan a diario. A diario, en alguna parte del globo, se produce un aterrizaje de emergencia o una aeronave se ve obligada a regresar por la meteorología o por el fallo de algún sistema, etc. Sin víctimas, sin heridos y dentro de la normalidad.

 

De acuerdo en que la sensibilidad hacia los accidentes aéreos está a flor de piel, pero ¿Es necesario informar de que una sobrecargo de la compañía AirGómez de Kuala Lumpur se ha torcido un tobillo, generando con ello alarma y confusión?

 

Yo creo que no. Que la ética profesional y la responsabilidad deberían ser suficientes para advertir a un buen periodista de que no todos los aterrizajes de emergencia son noticia, como no lo eran antes del accidente de Barajas, a no ser que...

 

A no ser que se pretenda algo más que informar con ello... Piensa mal y acertarás, que dicen en mi pueblo. Pensando mal, pensando mal... el sensacionalismo vende. Aumentan las ventas de periódicos, aumentan las visitas en internet, aumentan los oyentes y los telespectadores, aumentan los billetes en sus bolsillos.

 

Pero ¿Qué ocurre con las compañías aéreas? Probablemente bajen las ventas (aún más en tiempos de crisis), tengan pérdidas y cancelaciones. Probablemente el miedo a volar se vuelva a notar. ¿Y qué pueden hacer las compañías aéreas sino contemplar cómo los medios les hunden el negocio?

 

¿Pasará la solución por que los medios de comunicación reciban un suculento cheque de las compañías aéreas? Yo ya no se qué pensar.

1 comentario:

Felix Felicis dijo...

El miedo vende, Pani, y para muestra sólo tienes que ver cualquier noticiario americano. Sólo venden miedo miedo miedo. En Europa al menos sólo se atreven a cargar las balas tras tragedias de este tipo, pero en los Estates directemente se las inventan.