martes, 19 de febrero de 2008

MUY PROFESIONAL (I)


¿Qué ocurre en nuestros días que es cada vez más difícil encontrar profesionales? Encontramos gente que nos vende viajes sin saber lo que es un viaje, encontramos gente que hace publicidad de un producto que no conoce, encontramos taxistas y conductores de autobús que no saben conducir y, lo que es casi peor: no saben tratar al cliente; no tienen psicología. Encontramos cocineros que no aman la cocina; gente, en definitiva, que no siente curiosidad, mucho menos pasión, por lo que hacen.

Quizá por eso se agradece tanto cuando, de pronto, de entre las ruinas de la mediocridad, sin previo aviso, resplandece el brillo inequívoco del profesional. Ese que te ilumina, que te descubre, que te ayuda, que sabe de lo suyo.

Ya sea lo suyo vender quesos o alcayatas, o introducir entradas en una base de datos, lo sabes, lo sientes, es bueno; es lo suyo.

Y las cosas fluyen cuando tratas con uno de estos seres en peligro de extinción, con un profesional, que te dice, te explica, te aconseja, te enseña...

A priori puede parecer de perogruyo, pero es que ayer estuve en el Albur, un restaurante al que hacía mucho que no iba por motivos que no vienen al caso. Lo que sí es el caso es que, para variar, no me decepcionó.

Sacarme a mi contenta de un restaurante no es tarea sencilla, debo advertir, pero de allí siempre he salido contenta. Ojo, no es ningún restaurante de lujo o postín. Al contrario, de lo más corrientito (aunque hoy no tan corriente) con una relación calidad precio más que buena. Pero más que la relación calidad precio, quiero hablar del equipo.

El restaurante, pese a ser grande, suele estar lleno. Lo curioso es que esto no es óbice para que tú sientas que eres el único cliente del restaurante, tal es la atención. Cuenta con un equipo de profesionales magnífico.

"Equipo de profesionales", frase manida donde las haya. La mayoría de las veces una falsedad en sí misma. He estado en empresas que han cacareado tener un equipo de profesionales dedicados a solventar patatín y patatán y, a veces, por no tener, no tenían ni equipo. El equipo resultaba ser una personita infravalorada y mal pagada que difícilmente podía solventar nada...

Pero estos sí; no se si bien pagados o no, pero equipo de profesionales sin duda. De los que levantas la mano y, oye, ¡Vienen! De los que les pides algo (aunque sea agua) y, oye, ¡Te lo traen! De los que se les olvida algo y, oye ¡Se disculpan! De los que sonríes y, ¡Pardiez! ¡Te devuelven la sonrisa! Y ya pueden tener el restaurante hasta la bandera, y ya pueden estar ahogaditos de trabajo, que a ti lo que te toca es una sonrisa, educación y buenas formas.

Si señor, muy profesional...

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